Ninguna eternidad como la mia pdf gratis




















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Denunciar este documento. Marcar por contenido inapropiado. Descargar ahora. Guardar Guardar 8. Carrusel anterior Carrusel siguiente. Buscar dentro del documento. Documentos similares a 8. Primer y ltimo aviso Isabel Arango. Este lugar es tu vida o te llevas tu vida a otra parte. Endereza los hombros y prate como si nada te doliera. Para bien. El arte necesita una dosis de dolor. No nos cuentes tu pena. Menos si es de amores. Quinta posicin. Misma rutina. La msica empez a sonar como otra orden sobre los odos de Isabel y ella la sigui urgida de una cura.

Haba perdido toda la hora de calentamiento y sin embargo poda levantar las piernas ms alto que nunca y estirar la cintura como si los hombros se los jalaran desde el cielo.

Sus brazos alargados expresaban tristeza y toda ella pareca un ensueo de cristal ardiente, bailando como si no tuviera otro destino. Te enojaste con Corzas? Me dices t que ests bailando como nunca de bien, como si slo esto tuvieras. Permteme que lo dude dijo Pablito. Yo lo que o es que en telgrafos lo trasladan al sureste y andaba como perro sin dueo queriendo hacerse rico para quitarte del baile.

Todos son distintos hasta que se vuelven iguales dijo Pablito pasndole un brazo por la cintura a su desconsolada amiga. La maestra se detuvo en el centro del saln y aplaudi interrumpiendo los co- rrillos. Isabel, concntrate. Ests bailando muy bien como para dis- traerte dijo madame Girn haciendo el nico elogio que alguna vez le haban escuchado sus alumnos durante una clase.

Nunca elogiaba a la hora de ensear, correga siempre y cuando lograba que alguien interpretara su correccin haciendo las cosas como ella las quera, dejaba salir un lacnico y extragutural "correcto". Por eso, para Isabel, aquello de "ests bailando muy bien" fue como un blsamo. La siguiente hora y media bail an mejor que la anterior.

Haban terminado los ejercicios de ese da con una rutina en el suelo. Y ah se quedaron Isabel y Pablito tomados de la mano, curndose los mutuos abandonos. Ah los encontr cuchicheando Javier Corzas cuando apareci en busca de Isabel, como todas las tardes de los ltimos seis meses. Al verlo entrar ella rod el cuerpo y qued boca abajo, con la cara escondida entre los brazos. Tan rpido ya te quieres arrepentir de tus chingaderas? Y t no me empujes, machito de mierda. Qu te crees? Que se puede jugar con la entraa de mi amiga como si yo no existiera.

Por qu le inventas que te vas a Espaa? No tienes corazn para ser humilde y aceptar que slo vas aqu a la vuelta? A donde quieras contest l tirndose junto a ella y abrazndola como si nada hubiera dicho el da anterior. Luego se levant riendo, se puso la ropa encima de las mallas y sin quitarse los zapatos de puntas sigui a Corzas rumbo a la casa en la calle de Artes, como si la noche del da anterior hubiera sido una pesadilla olvidada.

No subieron a ver los volcanes. En cambio pasaron la tarde yendo y viniendo por sus cuerpos desolados como si llevaran siglos extrandose. No s vivir sin ti dijo Corzas, pasndole un dedo por la espalda. Quiero que vengas conmigo a donde se me ocurra. Esa noche no volvi a dormir a la casa de Prudencia Migoya.

Le avis que haba recuperado la fortuna y que no pensaba perderla. A la maana siguiente falt a clases y tambin a la siguiente. Por una semana nadie supo de ellos. Pasaron los das mirndose las risas y las noches caminando y bebiendo hasta la madrugada. A dnde te vas cuando bailas como si te perdieras? Mtete aqu y no me molestes dijo Isabel llamndolo a la cama. Haban bebido de ms y de ms tambin se quisieron esa noche. Cuando por fin el can- sancio los adormeci a uno en el otro, un gallo de pueblo cant en mitad de la ciudad y los pjaros empezaron su alboroto como si nada.

Isabel despert por ah de las doce con el sol picndole los ojos. Encontr vaco el otro lado de la cama. Se acurruc dicindose que Corzas haba bajado a la calle por el peridico. Pero tras media hora de espera, un susto le pic el ceo.

Se levant de un salto y camin hacia la mesa en que Corzas acostumbraba pasar horas leyendo. Le sorprendi un orden que no haba el da anterior. No estaba el tiradero de libros y cuadernos de Corzas. En su lugar slo haba una caja de madera de olinal. Isabel la abri con ms curiosidad que aprensin. Dentro encontr el pauelo de colores que le haban comprado a una gitana el da que les predijo largos aos de amor y felicidad, dos servilletas en las que Corzas le haba escrito poemas, el programa del concierto en que estuvieron el viernes, un pedazo de pared desprendido del muro de una capilla colonial cuando se besaban recargndose en l, dos caramelos.

Y una carta de Corzas pidindole perdn por irse sin ella. Isabel la ley sin llorar una lgrima. Luego, se lav la cara. Pein sus cabellos en desorden, carg la caja y sali del cuarto como quien deja el cielo. Lleg a la casa de Prudencia Migoya por ah de las tres de la tarde y la encontr comiendo a solas en una mesa con platos y cubiertos para una persona ms.

Yo dira que quien ha merecido la dicha puede soportar la desgracia, y que toda emocin santifica. Pero quisiste el cielo. No hay cielo eterno. Ahora tienes que soportar el des- falco de perderlo. Pero la tierra tambin tiene sus encantos. Te voy a dar una probadita de alguno. Prudencia Migoya se levant a calentar una sopa de hongos y flores de cala- baza.

La puso frente al duelo de Isabel con una cesta de tortillas y una cazo de salsa verde. No llores y come un poco. No voy a dejar que te suicides de hambre. Con que tengas ganas de algo le contest Prudencia acercndole la cuchara a los labios. Isabel prob un poco de caldo y luego volvi a llorar durante los dos meses que siguieron a esa tarde. Lloraba camino a las clases y llorando bailaba todas las horas de su rutina diaria. Llorando coma uno que otro bocado de los muchos que Prudencia Migoya le acerc a la boca, llorando se iba a dormir y dormida so que lloraba.

Prudencia en cambio la consenta hasta llegar al extremo de cantarle en las no- ches para que se durmiera. No hay como un arco iris cuando llueve dijo una tarde abrazndola. Luego empez a planear una excursin hasta el pueblo de Amecameca en las faldas de los volcanes.

Son lo ms cercano a la eternidad que conocemos dijo Prudencia. Ni tus lgrimas van a durar tanto. Espero que ningn desamor sea tan largo. Pero mi breve paso por el cielo, ese s que dur tantsimo. Tengo a estos volcanes de testigos. Ninguna eternidad co- mo la ma. Cerrar sugerencias Buscar Buscar. Saltar el carrusel. Carrusel anterior. Carrusel siguiente. Explora Audiolibros. Explora Revistas. Explora Podcasts Todos los podcasts. Dificultad Principiante Intermedio Avanzado. Explora Documentos.

Cargado por Jaz Serna. Compartir este documento Compartir o incrustar documentos Opciones para compartir Compartir en Facebook, abre una nueva ventana Facebook. Denunciar este documento. Marcar por contenido inapropiado. Descargar ahora. Carrusel anterior Carrusel siguiente. Buscar dentro del documento.

Ninguna eternidad como la ma Isabel Arango creci intensa y desatada como el olor del caf. Cudate el corazn oy decir a su padre. De qu cielo caste, mujer endiablada? Bailas como una diosa. Eres periodista o poltico? Soy poeta y trabajo en telgrafos. Pero desde hoy me dedico a mirarte. Me lo aconsejas con tu nombre en la lengua? Con todito mi nombre y mis presentimientos, que a veces valen ms.

III Javier Corzas la vio salir con la luz del medioda entre los ojos y pens que sera bueno abrazarla desde ya. Cmo te amaneci, borrachita? Cruda dijo Isabel con la sonrisa a medias.

Ahorita te compongo con la mezcla infalible prometi l tomndola del brazo. No quiero hacer esa mezcla dijo Isabel. Qu otra cosa se podra esperar de una nia de su casa? Pues no s cmo, porque con esos ascos a lo viscoso. Ni te odio ni te tengo tanta confianza. La terquedad dijo Corzas. La ms daina. Y a cambio de sus tres vicios, le ves alguna virtud?

S contest el poeta. Ni digas, que t de borracheras no sabes ms que bailarlas. Mejor ri Isabel. Salud dijo, porque la vida sea ms sobria de lo que te parece. El viejo este contest ella acariciando el respaldo. Y t para qu quieres un consejero? Me voy a comprar esta silla dijo Isabel sacudiendo la cabeza como un potro inquieto.

Te agradecera que me concedieras el honor de pagar tu vejestorio pidi Corzas. Luego sac de su bolsa el dinero y tras entregarlo dijo: Ahora falta el ensalmo. Cul ensalmo? IV Tras la ltima palabra de su conjuro, Isabel dio una vuelta sobre s misma y extendi una larga caravana frente a su mecedora. Cruz de puntas el saln de la entrada y cuando empezaba a subir la escalera oy su voz saliendo del comedor: Cmo te fue mi querido ngel de la noche?

Diablo de criatura, ten cuidado con tu entrepierna. Justo siento como estrellas ah en medio. Pobre Esther, no hizo ms que enamorarse dijo Isabel. Te puedo contar el prembulo de una historia. No s otra cosa. Claro que sabes. Qu presientes? La gloria, pero sin paz dijo Isabel. Aliento de sapo dijo Isabel, yendo hacia las barras porque iniciaba la si- guiente clase. No me contaste nada se quej Pablito. Cuando haya que contar te cuento prometi Isabel.

De verdad te besa ah? Y tambin aqu deca ella sealando lugares ms escondidos. Me das envidia. Yo tambin me doy envidia deca ella abriendo una risa de cometa. La prxima vez que veamos venir una muy alta, no me sueltes le pidi Isabel.

No seas loca. Nos ahoga. No se puede nadar uno sobre otro dijo Corzas. Nos va a lastimar dijo l. Con una felicidad de pez, Isabel se ri del susto en los ojos de Corzas.

Ven aqu que te lamo la sal de los rasguos le dijo. Pero no sin las tuyas dijo Isabel y se puso a lamerle un raspn en el hombro.

T lo vas a ganar quiso intuir Prudencia Migoya cuando Isabel cont el asunto. Estoy a tus rdenes, nia dijo Corzas. Quin dice eso? Un amigo mo que fue capaz de hacer un soneto con la palabra tiempo. Qu ms dice? Me voy a ir, borrachita solt Corzas.

A dnde que ms valgas y cundo regresas dijo Isabel jugueteando. Me quieres explicar, yo qu, de m qu? T aqu te quedas a seguir bailando. Y luego te vas de viaje. Ests jugando verdad? No, Isabel. Me estoy yendo. Ven, te acompao a tu casa dijo l levantn- dose.

Se quiere ir dijo Isabel. A dnde que ms lo quieran? Apenas anoche te adoraba. Ninguna eternidad como la ma 19 Por favor, quin le va a dar trabajo en Espaa a un telegrafista revuelto con poeta?

Pruden, qu hice yo mal? Qu le hace falta? Mentira, no puedo vivir sin l dijo la nia Arango. Cmo sabes eso? Yo no quiero ir a ningn lado dijo Isabel recuperando las palabras. Algo terrible debi pasarle dijo en su espaol gutural y cantariego. O prodigioso sugiri Pablo entornando los ojos. Pero si todo me duele dijo Isabel.

A Corzas lo invitaron a trabajar en Espaa. T ests loco, a l le gusta que yo baile dijo Isabel. Un rato, chula, no ms un rato. Luego todos quieren cama y cocina caliente. Corzas es distinto dijo Isabel. Tres novelas, cortas, pero con el suficiente contenido para hacerte olvidar por un rato que hay un mundo exterior. Open Preview See a Problem? Fuentes was born in Panama City, Panama; his parents were Mexican. Jan 30, Gabriel rated it it was amazing.

The couple ended their relationship amid scandal when Fuentes eloped with a very pregnant and then-unknown journalist named Silvia Lemus. Fuentes influenced contemporary Latin American literature, and his works have been widely translated into English and other languages.



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